domingo, 6 de noviembre de 2011

ENIGMAS MEDIEVALES




San Bernardo se había opuesto siempre a la Institución Caballeresca convencional, a la que apostrofaba de Gran Error de unos Guerreros que luchan a costa de grandes gastos y trabajos que otra recompensa que la Muerte. Pero las Ordenes Militares ofrecían un medio de Santificar la violencia del Caballero, de ennoblecer al Hombre entrenado solamente para la Guerra. Podían convertir a aquellos Hombres en instrumento de salvación poniendo todo su saber al servicio de la Religión.
El Abad de Claraval convocó una Asamblea de Teólogos en Troyes. La Institución de una Orden Monástica Militar planteaba problemas de conciencia puesto que el Derecho Canónico prohibía a los Clérigos verter Sangre humana, aunque fuera la de los Infieles. Pero San Bernardo, ducho en los entresijos de la Teología, consiguió allanar las dificultades. En su Escrito "De Laudibus Novae Militiae", la idea es fácil de entender. Lo ideal sería no verter sangre de Paganos si hubiese un medio de defenderse de ellos sin recurrir a la violencia, pero como no existe tal medio, el Caballero Cristiano se ve impelido a empuñar la Espada. Además, Tierra Santa es Propiedad de Jesucristo. La Cristiandad no puede tolerar que vuelva a manos Paganas. San Bernardo justifica así la Orden del Temple. El Soldado de Cristo tiene un motivo para ceñir la Espada. La lleva para castigo de los Malvados y para gloria de los Justos.
La verdad es que, aunque tales justificaciones fueron universalmente aceptadas, siempre persistió una cierta ambigüedad en estas Ordenes de Monjes Guerreros que, por su carácter Religioso, estaban al márgen de la Sociedad Laica pero, por otra parte, dada su finalidad Militar, tampoco encajaban en la Iglesia.

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