lunes, 31 de octubre de 2011

HINMAHTOOYAHLAHKET

 
 
En 1.903, un año antes de su muerte, Jefe José realizó una visita a Washington, D.C. En aquella época, lo mismo que hoy, la figura de José estaba rodeada de una Aureola de Leyenda. Sus Contemporáneos le describían como una persona digna y tranquila, de una fidelidad inquebrantable a sus principios y a sus deberes.
Los Nez Percés eran la Tribu más numerosa del Noroeste. Ocupaban la Región del Río Columbia en Washington, Oregón e Idaho. La Banda de José el Viejo vivía en el Valle del Wallowa, al Noreste de Oregón.
José el Joven accedió a la Jefatura de su Banda de Nez Percés a la muerte de su padre en 1.871. Algunos Jefes Nez Percés habían firmado en 1.855 de mala gana un Tratado con los Estados Unidos por el que cedían gran parte de su Territorio y en el que se les reconocía la Soberanía sobre el resto. Pero cuando en 1.860 se descubrió Oro en la Región, los Washichus o Hombres blancos siguieron instalándose en el Territorio reservado a los Indios y en 1.863 el Gobierno instó a los Nez Percés a firmar otro Tratado cediendo más Tierras.
El Gobierno de los Estados Unidos, presionado por los Colonos blancos, no cejaría en su empeño de que Hinmahtooyahlahket abandonara su Valle Natal del Wallowa y se trasladara con su Pueblo a una Reserva. El, que al igual que su padre había cedido una y otra vez aconsejando siempre la paz, que había decidido tras profunda meditación, según confesión propia, que renunciaría a su Tierra, abandonaría la Tumba de su padre y aceptaría lo que fuera con tal de no manchar con la sangre de los Washichus las manos de los suyos, se vio arrastrado por las circunstancias a librar una Batalla tras otra con las Fuerzas Gubernamentales en su intento de llevar a su Pueblo a Canadá. El 5 de Octubre de 1.877, cuando prácticamente habían conseguido su objetivo, tras muchos combates y un recorrido increíble, muy cerca ya de Canadá, Jefe José decidió que no podían seguir luchando ni huir sin abandonar a los heridos, los ancianos y los niños; y entregó las Armas.
Se me ha pedido que os abra mi corazón. Me complace tener ocasión de hacerlo. Deseo que los blancos comprendan a mi Pueblo. Algunos creéis que el Nativo es como un Animal Salvaje, sin animo de menospreciar a mis Animales Talismán. Pero es un gran error. Os explicaré a mi modo cómo ve las cosas el Nativo. El blanco emplea más palabras para explicaros lo que le parece, pero la verdad requiere pocas palabras. Tengo que deciros exactamente lo que siento y os lo diré sin rodeos. El Gran Espíritu me está mirando y oirá mis palabras.
Me llamo Hinmahtooyahlahket (Trueno que Retumba en las Montañas). Soy Jefe de la Banda Wallamwatkin de los Chutepalu o Nez Percés. Nací en la Región Oriental de Oregón hace treinta y ocho Inviernos. Mi padre fue Jefe antes que yo. El Señor Spaulding, un Misionero, le puso el Nombre de Joseph cuando era joven. Murió hace unos años. Dejó un buen nombre en la Tierra. Me dio buenos consejos para Guiar a mi Pueblo.
Nuestro Padres nos dieron muchas Leyes que habían aprendido de sus Padres. Estas Leyes eran buenas. Nos mandaban tratar a todos los hombres como ellos nos trataban a nosotros, a no romper nunca un trato, a no cometer la Indomignia de mentir, a decir siempre la verdad, a considerar deshonroso tomar la Esposa de otro hombre o tomar sus Propiedades sin pagar por ellas.
Nos enseñaron a creer que el Gran Espíritu lo ve y lo oye todo y que nunca olvida; que después dara a cada hombre una Casa Espiritual según sus merecimientos; si ha sido bueno, tendrá una buena Casa; si ha sido malo, tendrá una Casa mala. Los Animales Talisman nos Guían. Yo creo todo esto. Y todo mi Pueblo cree lo mismo.
Hasta hace unos cientos de Inviernos desconociamos que hubiera otro Pueblo además del Indio; entonces llegaron a nuestra Tierra algunos hombres de Rostro Blanco. Ellos trajeron muchas cosas para cambiarlas por Cueros y Pieles. Trajeron Tabaco, que nosotros no conocíamos. Los nuestros no podían hablar con aquellos hombres pero utilizaron Señas, que entienden todos los Pueblos. Estos hombres se llamaban Franceses y ellos llamaron a mi Pueblo Nez Percés porque llevaban aros en la nariz como adorno. Aunque ya muy pocos los llevan, se les sigue llamando igual.
Las palabras no pagan por los muertos de mi Pueblo. No pagan por mi Territorio, dominado ahora por los blancos. No protegen la Tumba de mi Padre. No pagan todo mi Ganado y mis Caballos. Las buenas palabras no cumplen la promesa de vuestro Jefe, el General Miles. Las buenas palabras no dan Salud a mi Pueblo ni impiden que los mios sigan muriéndose. Las buenas palabras no dan a mi Pueblo un lugar en el que poder vivir en paz y cuidar de sí mismo. Estoy cansado de las palabras que se quedan en nada. Han hablado demasiado hombres que no tenían derecho a hablar.
Permitidme ser un hombre Libre; Libre para Viajar, Libre para Pararme, Libre para Trabajar, Libre para Comerciar, Libre para seguir las Creencias de mis Padres, Libre para Pensar y Hablar y Actuar por mi mismo.
Cuando el blanco trate al Indio como a los demás blancos se acabarán las Guerras. Hinmahtooyahlahket ha Hablado por su Pueblo.

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